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Según los últimos reportes, el líder sindicalista Pedro Castillo, del partido ultraizquierdista Perú Libre, obtiene el 18,3 % de los votos, seguido de la excongresista Keiko Fujimori, del derechista Fuerza Popular, que alcanza el 13,2 %.efe

Elecciones en Perú: "entre la espada y la pared" ante la elección del "mal mejor"

Millones de peruanos amanecieron con una encrucijada tras conocer los resultados preliminares de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Perú

Una extrema izquierda o una derecha autoritaria, un maestro marxista o una heredera política imputada por lavado de activos. En esta encrucijada amanecieron este lunes millones de peruanos tras conocer los resultados preliminares de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Perú.

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Según el último reporte de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), con cerca del 83 % de actas procesadas, el líder sindicalista Pedro Castillo, del partido ultraizquierdista Perú Libre, obtiene el 18,3 % de los votos, seguido de la excongresista Keiko Fujimori, del derechista Fuerza Popular, que alcanza el 13,2 %.

Juntas, estas dos fuerzas radicales y conservadoras concentran poco más del 31 % de los votos, un magro respaldo que ratifica la fragmentación de un electorado que ahora se encuentra "entre la espada y la pared" ante la necesidad de elegir al "mal mejor" como presidente en la segunda vuelta electoral.

"ENTRE LA ESPADA Y LA PARED"

Desde el distrito limeño de Los Olivos, la vecina Claudia, de 24 años, tachó de "lamentable" el eventual escenario de la segunda ronda y vinculó los resultados electorales a la "desinformación" de los peruanos que, según dice, "solamente se han enfocado en los candidatos más populares".

La joven, que la víspera no votó ni por la extrema izquierda ni por la derecha autoritaria, reconoció a Efe que Fujimori logró "una estrategia bien jugada" y colocó al país "entre la espada y la pared".

"No quisiera que gane Keiko...", admitió, pero tras una breve pausa matizó: "Si tuviera que votar entre Keiko y Castillo, lamentablemente Keiko, tendría que ser así, no es algo que yo quisiera", agregó, resignada.

Para Claudia, el motivo es claro: "Si es de ganar Castillo, no quisiera ser como Cuba o Venezuela, una dictadura total, porque es izquierda extremista".

"EL MAL MEJOR"

En el mismo sentido se expresó a Efe otro vecino, Jason Asanjo, quien defendió que la hija del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) sería, por descarte, "el mal mejor para el país".

"Entre izquierda extremista y Keiko, que es un poco de derecha, considero que el mal mejor sería Keiko por el hecho de que si vamos por la izquierda tenemos ya el resultado con los hermanos venezolanos que emigran a Lima, pues sería un Gobierno igual de desastroso como está pasando allí", afirmó.

Asanjo, de 24 años, insistió en que su balanza se decanta por la líder de Fuerza Popular en gran parte por los supuestos nexos que vinculan a Castillo con el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), el brazo político del grupo terrorista Sendero Luminoso, algo que el candidato ha negado.

Según el joven, un Gobierno liderado por Perú Libre sería retroceder a "estas cosas que nuestros padres ya lo vivieron en la época de los noventa", durante el conflicto armado interno.

LOS CONVENCIDOS

El dilema desaparece para quienes tienen claras simpatías con una de las dos fuerzas, como es el caso de Mercedes Horna, una limeña de mediana edad, fiel defensora de Fuerza Popular.

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"Yo quiero que gane Keiko Fujimori, hay que darle una oportunidad, ella no tiene la culpa de los problemas que ha hecho su padre", opinó a Efe Horna.

En el otro extremo se sitúan otros como Dante Cabrera, un vecino convencido de que en Castillo "está la solución del Perú" para hallar una salida a la corrupción y al "saqueo total por parte de los gobernantes".

"Yo preferiría que gane Castillo que Keiko Fujimori porque (ella) es herencia de su padre y la corrupción está enquistada en ella", espetó Cabrera, quien se refirió al pedido fiscal de 30 años de cárcel que afronta la candidata, imputada desde 2018 por lavado de activos y organización criminal a raíz de los irregulares aportes de empresas, como Odebrecht, a sus campañas electorales previas.