La Defensa Civil siria, una organización de rescatistas que presta atención sanitaria en zonas controladas por la oposición, contabilizó en 2021 al menos 316 fallecimientos tras ataques que fueron perpetrados por las fuerzas progubernamentales, así como por explosiones sin atribuir.

La mayoría de estas muertes, 225, se produjeron en acciones de las tropas leales al presidente sirio, Bachar al Asad, y la aviación rusa, aliada de Damasco, operaciones en las que también resultaron heridas otras 618, según un informe publicado este miércoles por los denominados Cascos Blancos.

De entre los fallecidos, 65 eran niños, mientras que 151 de los heridos tampoco habían cumplido la mayoría de edad.

El grueso de las más de 1.300 acciones atribuidas a las fuerzas progubernamentales a las que respondieron los Cascos Blancos en los últimos doce meses se concentraron en la provincia noroccidental de Idlib, el último bastión opositor del país.

Aunque desde marzo de 2020 está en vigor en la región un alto el fuego acordado por Rusia y Turquía, valedora de la oposición, el grupo de la defensa civil denunció que desde hace seis meses las fuerzas sirias y rusas han intensificado sus operaciones en el sur de Idlib.

Cerca de 490 de sus acciones este año en Siria tuvieron como objetivo residencias civiles y alrededor de 620, terrenos agrícolas, si bien también se registraron algunos ataques contra escuelas u hospitales, según la nota, que cita las bombas de racimo entre las armas utilizadas.

Los rescatistas enviaron equipos para ayudar tras unas 177 explosiones de coches bomba, artefactos explosivos improvisados de origen "desconocido", en las que fallecieron 91 personas, 15 de ellas menores, y otras 300 resultaron heridas a lo largo de 2021.

Aunque los frentes de batalla permanecen casi congelados desde hace un par de años, la violencia del conflicto iniciado hace ya una década continúa con menor intensidad en varios puntos, este año principalmente en el noroeste del país y la provincia meridional de Deraa.