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Los brasileños tienen una cita en las urnas este domingo para escoger a su nuevo presidente. EFE/Felipe Felipe IruatÁ

Brasil se juega su futuro con una larga lista de candidatos

De los once aspirantes, solo dos tienen más opciones a la presidencia, Bolsonaro y Lula.  La economía, una ‘papa caliente’ para el nuevo mandatario

Con más de 156 millones de ciudadanos aptos para votar este 2 de octubre en las elecciones presidenciales, los brasileños miran en los once candidatos cuál tiene un mejor perfil para el futuro del país. Entre ellos, según las encuestas, dos de los aspirantes, Jair Bolsonaro que busca la reelección y Luiz Inácio Lula da Silva, son los más opcionados para lograr esa victoria este domingo.

Es que no solo se elige al presidente y vicepresidente, sino gobernadores y vicegobernadores de los estados y del Distrito Federal; senadores, diputados federales y legisladores estatales.

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El exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), ofreció ayer un Brasil en “paz” y “más justo”, mientras que el presidente Jair Bolsonaro apeló al patriotismo para ganar las elecciones del domingo, en el último día de propaganda en televisión.

La propaganda de los candidatos en televisión es una herramienta clave en los procesos electorales en Brasil y aún goza de cierto poder de influencia sobre la población, a pesar del inexorable avance de las redes sociales.

Lula, líder de todos los sondeos, intentó ayer vincular esos dos mundos al valerse de la voz de Felipe Neto, el influenciador digital más popular de Brasil, con 15 millones de seguidores solo en Twitter, para abrir su última propaganda electoral en TV.

“Nuestra arma es el voto en estas elecciones. Es votar por la paz, el respeto”, afirmó Neto, considerado una de las personas más influyentes del mundo por la revista Time.

Después apareció Lula, con una camisa azul remangada. El exmandatario progresista dijo que a sus 76 años no tiene “espacio para el odio y la venganza”, ni para “no creer que el mañana va a ser mejor”.

Entre los versos del poeta Bráulio Bessa, prometió un “Brasil más justo, más democrático, que garantice a las familias desayuno, comida y cena”. Porque lo que no faltó en la propaganda del líder del Partido de los Trabajadores (PT) fueron imágenes de platos repletos de comida.

No en vano es uno de los ejes de su campaña: acabar con el hambre que afecta hoy a 33 millones de brasileños, casi el 16 % de la población del país, según datos de organizaciones sociales.

“Queremos cuidar del pueblo para hacer que las familias vivan bien”, garantizó, mientras se intercalaban en la propaganda palabras como “fuerza”, “esperanza” y “cambio”, escritas en blanco.

Lula ‘se vendió’ además como un líder admirado por la comunidad internacional.

Por su parte, Jair Bolsonaro confió su mensaje al sentimiento patrio para intentar una reelección que hoy parece improbable a tenor de las encuestas, algunas de las cuales prevén incluso un triunfo de Lula en primera vuelta.

En un intento por reducir su rechazo entre las mujeres, que representan el 52,65 % del electorado, la propaganda de Bolsonaro arrancó con declaraciones de dos mujeres de la tercera edad -una negra y otra blanca- que pedían un Brasil “honesto”. Acto seguido irrumpió en pantalla el capitán retirado del Ejército, casualmente también con una camisa azul, aunque debajo tenía una amarilla.

Después sacó pecho de la “bajada del precio de los combustibles”, las ayudas distribuidas a los más pobres y de infraestructuras que ha impulsado bajo su Administración.

Para concluir, Bolsonaro repitió dos lemas que viene utilizando desde la campaña de 2018, en la que salió victorioso: “Brasil encima de todo y Dios encima de todos” y “Dios, patria, familia y libertad”.

El Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil decidió ayer que, entre el sábado y el lunes, será suspendido el porte de armas por parte de ciudadanos, debido a las elecciones presidenciales, legislativas y regionales del domingo. La medida, aprobada en forma unánime por los siete miembros del TSE, amplía una decisión que ya había limitado el porte de armas en un perímetro de cien metros en torno a los centros de votación, pero solo para el domingo 2 de octubre.