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Giovanny Andrade firmó la solicitud para ser candidato a la Presidencia por Unión Ecuatoriana en lugar de Washington Pesántez.Cortesía

Los momentos de Ripley que desnudan la fragilidad de los partidos políticos

El más reciente: Unión Ecuatoriana quitándole el respaldo a su candidato. Es la evidencia de la debacle del sistema de organizaciones políticas en el país

Es de no creer. Este proceso electoral no solo pasará a la historia por ser el que cuente con mayor número de candidatos presidenciales desde el retorno a la democracia, sino también por sus momentos dignos del conocido programa de Ripley que dejan en evidencia, una vez más, la fragilidad del sistema de partidos y movimientos políticos en el país.

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Para empezar, un indeciso partido Fuerza EC, que le apostó al binomio Miguel Salem - Gustavo Bucaram para luego decantarse, sorpresivamente, por el de Carlos Sagnay y Narda Ortiz. El ahora eliminado movimiento Libertad es Pueblo que auspició, en primera instancia, la precandidatura de Esteban Quirola le quitó el respaldo señalándolo de ser “un infiltrado correísta”. Y como si eso fuera poco, ahora el movimiento Unión Ecuatoriana le quita el apoyo a su propio candidato presidencial, Giovanny Andrade, acusándolo de presunto plagio de su plan de Gobierno del portal Wikipedia y de no contar con las credenciales universitarias que asegura tener. La organización pide la remoción de Andrade de la papeleta, sabiendo que eso legalmente no es posible. Mientras que el candidato se hará esperar hasta el lunes para responder.

Estos momentos, a criterio del analista y consultor político Pablo Jaramillo, evidencian la fragilidad del sistema de organizaciones políticas que sigue cimentándose en líderes únicos. “Son organizaciones que se crean alineadas a los intereses de una persona en particular y no tienen realmente un proyecto político a corto, mediano ni largo plazo. Simplemente el interés de una persona... No promueven una ideología, un proyecto político, no tienen procesos internos de democracia. Sirven como vehículos para ganar elecciones”.

El artículo 331 del Código de la Democracia establece las obligaciones de las organizaciones políticas, entre las que están la de garantizar la formación política ciudadana fundamentada en los enfoques de derechos humanos, de género, igualdad y más.

Por la misma línea va el criterio del constitucionalista y catedrático universitario, José Chalco, quien va un poco más allá. Considera que las organizaciones políticas no solo deben servir como vehículos electorales, sino como instancias de formación de sus cuadros y la construcción conjunta de un proyecto de trabajo, lo que no sucede en el país. “El caso del candidato sin respaldo, que es de Ripley, quiere decir que el plan de Gobierno no fue construido en la organización política. Lo que muestra a todas luces que se ha desnaturalizado la institucionalización de los partidos políticos y su razón de ser, con las excepciones que son pocas”.

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Un verdadero giro dentro de las organizaciones políticas para que empiecen a asumir su rol formador más allá de su participación electoral es, a criterio de Chalco, parte de la solución al grave problema. Con él concuerda el analista político y electoral, Pablo Ruiz Aguirre, quien precisa que ese ejercicio de formación de cuadros, vínculo con la ciudadanía y más no es un favor que le hacen a la sociedad, es un mandato del Código de la Democracia. “Si no tienes nada de eso, no tienes cuadros y si no tienes cuadros, no tienes candidatos y se cumple todo este círculo vicioso de la democracia representativa hacia arriba. Eso se ve en época electoral que es cuando se ve que las organizaciones políticas no son lo que deberían ser, sino empresas electorales”.