PROYECTO MINAS DE HUASCACHACA
La obra tiene un avance del 55 %. Ya están comprometidos $ 59 millones para los trabajos de ingeniería civil y eléctrica.CORTESÍA

Minas de Huascachaca, la mayor fuente eólica del país

El que será el parque generador más grande del Ecuador, se construye en la provincia de Loja. En el proyecto  están comprometidos $ 101 millones

Una zona semidesértica en los límites de Loja y Azuay, constituida por mesetas, con caminos de tierra y escasa población asentada, es el lugar donde en los próximos meses se emplazarán 16 enormes moles metálicas que aprovecharán la fuerza del viento para producir energía limpia.

Ese conjunto de equipos de aerogeneración -cada uno con alturas que llegarán a los 167 metros- conforma la infraestructura básica de lo que será el parque eólico más grande del Ecuador. Su nombre: Minas de Huascachaca.

El periodo de concesión es de 25 años para el caso del proyecto Villonaco II y III, y de 20 años para el de El Aromo.

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El complejo, del que se espera su arranque de operaciones en 2021, se localiza al pie del río Jubones, en la parroquia San Sebastián de Yuluc, territorio del cantón Saraguro, en el límite cantonal con Santa Isabel, en Azuay. Está concebido para generar 50 megavatios (MW) de energía alternativa, lo suficiente para dotar de electricidad a 90.000 viviendas.

Minas de Huascachaca demanda una inversión de $ 101 millones. Se sumará a otros tres parques de este tipo -aunque más pequeños- existentes en el país, los dos de Galápagos (San Cristóbal, de 2,4 MW; y Baltra, de 2,25 MW) y el de Loja (Villonaco, de 16,5 MW)).

Aunque el desarrollo del nuevo proyecto en Loja avanza, también ha tenido sus tropiezos, sobre todo por el financiamiento para su construcción.

La construcción de la obra empezó en 2017, pero su concepción se remonta más de una década atrás, según la reseña que hace a EXPRESO Antonio Borrero, gerente general de Elecaustro, la empresa a cargo del proyecto. Esta es una sociedad anónima cuyas acciones están en manos del Ministerio de Energía, de las prefecturas de Morona Santiago, Azuay y Cañar y de cinco municipios de esas provincias.

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Para su ejecución, desde un principio el proyecto eólico se dividió en dos etapas, con pretendidos soportes económicos.

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El primero, que era para la construcción y adecuación de vías, se adjudicó en 2017 a un consorcio integrado por las empresas Sinohydro, de China, y Cobra, de España. Elecaustro condicionó la contratación para la segunda fase, estimada en $ 93’474.445, a un financiamiento que debía gestionar la misma sociedad chino-española hasta fines de ese año. Pero las compañías no cumplieron y la adjudicación quedó sin efecto.

Con un consorcio formado por la empresa pública Hidroequinoccio (de propiedad de la Prefectura de Pichincha) y la firma inmobiliaria Carlos Reyes & Asociados, se acordó ejecutar la segunda fase del proyecto, en dos componentes: el primero, por $ 10,7 millones, y el segundo condicionado a un financiamiento de $ 78 millones.

Pero en enero de 2019 la adjudicación del contrato se tuvo que dar de baja porque el consorcio contratista tampoco pudo conseguir el crédito. La prefecta de Pichincha, Paola Pabón, retiró a Hidroequinoccio de ese compromiso, tras hacer públicos “graves problemas” financieros de esa empresa.

Elecaustro logró financiar el proyecto con un préstamo del Banco de Desarrollo del Ecuador (BDE), por $ 54 millones, aprobado en marzo de 2019.

Esos recursos se comprometieron para cubrir el costo de la adquisición, transporte e instalación de los 16 aerogeneradores, así como la construcción de un circuito colector, otras vías de acceso y las plataformas y cimentaciones.

Lo relevante de esta iniciativa energética, a decir de Borrero, es el uso de una fuente renovable para la producción de energía eléctrica limpia, en reemplazo de la generación que emplean combustibles fósiles, que contaminan el ambiente.

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La suma del proyecto se da cuando esta en discusión en el país la poca demanda de electricidad frente a la capacidad energética, una vez que entraron en operación los llamados proyectos hidroeléctricos emblemáticos, a más de que su aporte no se ha traducido en una reducción significativa de las tarifas eléctricas. Se estima que alrededor del 50 % de lo que Ecuador puede generar, no se utiliza.

Minas de Huascachaca es un proyecto de vieja ambición. Los estudios de prefactibilidad iniciaron en 2004. La prefectura azuaya realizó las primeras mediciones sobre las condiciones eólicas del sitio. Elecaustro asumió esos estudios en 2008. Los resultados de los trabajos definieron el potencial de generación que podría tener una central accionada por el viento.

“Esta es una zona baja de Santa Isabel y Saraguro, a unos 1.100 metros sobre el nivel del mar, con fuertes vientos y donde se da un chiflón (corriente de aire) por la presencia del río Jubones”, ilustra Borrero.

Consultado por este Diario, el prefecto de Azuay, Yaku Pérez, especialista en derecho ambiental, manifiesta que el lugar donde se implanta el proyecto es una zona de muchos vientos, que pueden ser aprovechados. “Ojalá que la obra provoque la menor afectación a las poblaciones aledañas. Siempre es importante tener una vinculación estrecha con las comunidades y, sobre todo, decirles la verdad”, agrega.

Hidroeléctricas. Sopladora, con 487 megavatios de potencia; y Coca Codo, con 1.500, fueron inauguradas en agosto y noviembre de 2016, en su orden.

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El pasado 29 de abril, tras un concurso internacional, Elecaustro firmó un contrato con la compañía china Dongfang Electric International, por $ 45’680.000. Ese proveedor deberá fabricar, transportar, instalar, poner en marcha y dar mantenimiento a los aerogeneradores y equipos del parque eólico en Loja.

La obra energética tiene actualmente un avance del 55 %, según sus constructores. Ya están comprometidos $ 59 millones para las tareas de ingeniería civil y eléctrica. Los primeros trabajos consistieron en el mejoramiento del acceso hacia las parroquias cercanas Uchucay y Sumaypamba, y la construcción de un puente de 50 metros. En ejecución está la construcción de subestaciones y sus vías conectoras y el tendido de una línea de transmisión eléctrica a 138 kilovoltios.

Resta por hacer las plataformas y la cimentación para el emplazamiento de las torres de aerogeneración. Cada una de ellas, con las astas en alto, alcanzarán los 167 metros desde el suelo, de acuerdo con los constructores. Es decir, serán mucho más altas que el edificio The Point (137 metros) o La Previsora (135 metros), en Guayaquil.

La entrega de los equipos será paulatina y, de igual forma, su puesta en operación. Según las previsiones, entre mayo y diciembre de 2021 llegarán los aerogeneradores al Ecuador.

Para el montaje de los aparatos de generación será necesaria la utilización de grúas de 100 metros de altura, con capacidad para mover 780 toneladas de peso, describe Borrero.

“Esperamos que en octubre del próximo año los primeros cuatro generadores estén entregando energía al país, y en enero de 2022, estaríamos en plena producción comercial”, augura el directivo de Elecaustro.

EL DETALLE

Huascachaca proviene de las voces quichuas huasca=soga, y chaca=puente. En el sitio donde está la obra, había un rústico viaducto que conectaba a Azuay y Loja.

LA CIFRA

$ 45,7 millones es el costo de la fabricación, transporte, montaje, puesta en operación y mantenimiento del equipo aerogenerador