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“En Guayaquil podriamos tener manglares hasta en los parterres”

Natalia Molina, docente investigadora de la UEES, conversó con EXPRESO sobre la preservación y beneficios de los manglares.

Molina es la directora del proyecto Manglares del Ecuador en la misma institución.

Por primera vez en el país y la región, entre el 13 y 15 de noviembre, se llevará a cabo el Congreso de Manglares de América, un evento que analizará la situación real de estos ecosistemas en todo el continente. Natalia Molina, en este contexto, recibe a EXPRESO en el campus universitario al que pertenece. Desde allí profundiza en el tema de los manglares, a los que describe como una fuente de vida. No solo porque estos almacenan cinco veces más carbono que cualquier otro ecosistema: mitigan el calentamiento global, sino porque son considerados el supermercado de la naturaleza por vivir en ellos los peces que sirven de alimento al hombre y a otras especies, y por ser incluso el lugar donde estas pasan sus primeros estadíos de vida, como pasa con el camarón. “Ellos sustentan la mayor diversidad biológica”, sentencia.

- Usted asegura que los manglares son tan importantes que conservarlos implica prácticamente mantener el equilibrio de la tierra. Teniendo como base esto, ¿cuál es la situación de este ecosistema en el país? ¿Se lo ha conservado?

- Ecuador tiene 161.000 hectáreas de manglar, de las cuales 80.000 están concesionadas a usuarios ancestrales, es decir a asociaciones o una comunidad que los vigila y patrulla porque son esos sus lugares de trabajo, y eso ha funcionado, desde 1999 a través de los acuerdos de uso sustentable. Eso es un logro que hay que reconocérselo a la Subsecretaría Marina Costera del Ministerio de Ambiente, porque sin ello no hubiese sido posible esto. La otra mitad, si bien no está concesionada, sigue siendo un bosque protegido y hay leyes que la protegen. Sin embargo, en las últimas cuatro décadas, hemos perdido un 27 % de manglares, que corresponde a 56.000 hectáreas.

- ¿Qué ha provocado esa pérdida?

- Algunos factores. Las camaroneras que décadas atrás ocuparon, en algunos casos, parte de esos espacios, pero también los asentamientos humanos. Solo en la provincia del Guayas, donde se encuentra el 64 % de todos los manglares del Ecuador, se han visto afectaciones. En Guayaquil, por ejemplo, la construcción de la vía Perimetral, de la isla Trinitaria, Los Esteros y Urdesa, los cercenó hace décadas. El 70 % de la ciudad está asentado sobre el manglar. De hecho, de ese 27 % que se ha perdido, el 14 % en el Golfo de Guayaquil, y el resto, en Esmeraldas, Manabí, El Oro.

Durante la entrevista Molina, quien desde la Fundación Jambelí, junto a su hermana -también bióloga- restauró hace 20 años, 1.7 hectáreas de manglar en el Parque Histórico; se refiere a los camaroneros para dejar claro que si bien fueron una de las causas para que se hayan perdido los manglares, no son los malos de la película. “Antes había una Ley de Playas y Bahías que permitía que usen estos territorios. Esta no implicaba que se tale el manglar; sin embargo las playas y bahías son la parte alta de los manglares, entonces se introducían, sin conocer lo que estaban provocando. Algo que nadie más tampoco lo conocía”. Hay que dejar clara y tener asimismo clara la historia, sentencia.

- Y hoy, ¿la tala y destrucción del manglar se mantiene en el Golfo de Guayaquil?

- Sí, hace poco me mandaron una foto de que se está deforestando el lugar para hacer una camaronera ilegal. No pasa con frecuencia, rara vez. Y lo que no está aún claro respecto a este tema es el proceso de denuncia para quienes lo hacen. Más de uno cree que estos casos deben ser denunciados al Ministerio de Ambiente (MAE), cuando es a la Fiscalía, por ser la tala un delito. Entonces son los custodios los que deben seguir el proceso, pero al ente adecuado para que se genere una reacción. En los últimos años los hemos capacitado en ello y hay avances. Cada vez son más las organizaciones que se dedican a proteger los manglares. Empezamos siendo 13, ahora somos 71 en todo el Ecuador, la mayoría en la provincia.

- ¿Pero qué pasa si la tala continúa? El hecho de que el proceso no esté bien canalizado, ¿acaso no aumenta los riesgos de que más hectáreas desaparezcan?

- No. Ecuador desde el 2009 cuenta con un decreto que pide reforestar el manglar y eso ha sido beneficioso. Se han reforestado 7.000 hectáreas a nivel nacional, otra vez la mayoría en Guayas. Claro está que el decreto tiene algunos puntos que se deben ajustar. Hoy, por ejemplo, se puede talar en Manabí y reforestar en Guayas, y no debería ser así. Pero bueno, al menos hay ecosistemas restaurados. Además, a través del Plan Nacional del Manglar que este año lo lanzó el MAE se pedirá que se devuelvan las áreas perdidas a los sitios originales, eso remediará todo. Y se lo podrá hacer porque lo hermoso del manglar es que se restaura en poco tiempo y es capaz de autocurarse y sobrevivir a las condiciones más difíciles. Un manglar puede curar incluso suelos contaminados por materia orgánica como el estero Salado.

- Es decir, que el Salado puede recuperarse si la mirada se vuelca a este punto con más proyectos de reforestación...

- Puede, y en muy poquito tiempo porque el manglar crece un metro por año. En la UEES hicimos un proyecto con un plan de tesis en el que se proponía hacer islas flotantes sobre balsas, un material distinto al que utilizó el MAE en un proyecto similar que puso en práctica y dio buenos resultados. Las balsas servirían como viveros y una vez que el mangle crezca, los llevaríamos a las orillas del estero para que se anclen con el ecosistema que allí se encuentra porque pueden hacerlo, es una de sus características. Ahora en el congreso vamos a presentar el proyecto, que es para 30 años. Queremos que el resto de países lo conozca para que barajen la idea de replicarlo, al igual que nuestras autoridades.

- De lograrlo y dar frutos la iniciativa, ¿cómo mejoraría Guayaquil?

- De muchísimas formas, incluso psicológicamente. Está comprobado que vivir rodeado de áreas verdes nos tranquiliza. Guayaquil tiene un plan maestro de áreas verdes que apunta a devolverle su brillo al entorno y es allí donde queremos que se incluya el plan. Existen 14 especies de manglares, incluidos los facultativos -como el manglar jelí- que se puede sembrar en los parterres. Antes, estos los teníamos y se encontraban en tierra firme, que fue la primera en ser ocupada por las ciudades. No tengo nada en contra del avance de la infraestructura, sin embargo esta hoy podría fusionarse con una arquitectura más amigable, que dé cabida a los ecosistemas más frágiles. Al ponerle cemento, los matamos. Es lo que pasó.

- ¿Y en qué zonas del Puerto podrían ser colocados?

- En muchas. Empezaríamos con el Parque Lineal de la Kennedy, donde hicimos un recorrido y vimos que es posible hacer la restauración. Vamos a pedir los permisos respectivos para hacerlo. Eso ayudará a la oxigenación de la zona.

- ¿El clima mejoraría?

- Sí, le daría un aire más limpio a la ciudad porque Guayaquil tiene una alta emisión de smog. Por eso hago énfasis en la necesidad de protegerlos.

- ¿Qué hace falta en el país para que esa protección sea completa?

-. Ecuador tiene la mayor cantidad de leyes para hacerlo. Aún así, mi sueño está en que el manglar sea como un equipo de fútbol, que tiene delanteros, mediocampistas y defensas. Los manglares, al menos los que están dañados, tienen una cobertura de 10 y 15 metros, es decir solo defensas. Pero si logramos que la zonación del manglar está completa en el borde; y que las camaroneras que tienen sus orillas cerca de estos, retrocedan para restaurar el área, tendremos un ‘equipo’ fuerte y completo. Con eso los camaroneros estarían tranquilos y aseguraríamos de igual forma el carbono, el ambiente, la biodiversidad.