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Denuncia. Julissa Astudillo denunció al centro de diversión nocturno porque supuestamente no ofreció las garantías necesarias de privacidad.Miguel Laje / Expreso

Julissa sacó a flote el machismo en las mujeres

Lo ocurrido en el centro de diversión Las Orquídeas resalta la estigmatización que existe en la sociedad hacia las féminas.

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En su local, ubicado en Durán, hay un letrero que lo especifica. Sin embargo, señala el presidente de la Federación Nacional de Centros de Diversión para adultos, entre los hombres, que son quienes más visitan estos lugares, esto ya se ha convertido en un acuerdo tácito.

“Pero esto no es cuestión de género, sino de costumbres. Como las mujeres no están acostumbradas a ver shows sexuales en vivo, la novedad las puede impulsar a registrar el momento”, dice para referirse al caso de Julissa Astudillo.

Esta joven acudió al centro de diversión nocturna Las Orquídeas, en Milagro, que ofrecía espectáculos eróticos para mujeres. Decidió subir al escenario, donde bailó y le practicó sexo oral a un stripper. Esto fue grabado y difundido a través de redes sociales por las demás mujeres que también acudieron aquella noche. 

El morbo y la viralidad digital hicieron el resto. Julissa se convirtió en el centro de discusión de un país y en un debate en las redes sociales donde convergían el machismo, la moralidad, el feminismo, el funcionamiento de este tipo de centros, el espíritu de cuerpo, la sororidad.

Julissa fue linchada mediáticamente, para la psicóloga Patricia Reyes, por culpa de una doble moral. Reyes es feminista e integrante del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer Guayaquil (Cepam). “Hay formas diferentes de calificar a hombres y mujeres. Cuando una mujer hace algo parecido a lo que hace un hombre, hay una sensación de juzgamiento porque consideran que ella no tiene derecho a esto”, analiza.

Esta estigmatización, aclara, no solo nace de los hombres, refiriéndose a que fueron otras mujeres las que grabaron y difundieron un acto que se estaba desarrollando en un show privado. “Esta conducta discriminatoria y machista hacia las mujeres también habita en las mujeres. No todas tienen una conciencia de género o de derechos”, lamenta. 

La experta señala que la recriminación aumenta por el hecho de que la sociedad espera que entre mujeres exista una alianza, pero esta no aparecerá hasta que exista una conciencia real del sistema opresor y violento hacia lo femenino.

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Ángel Martínez, sociólogo y expresidente del Colegio de Sociólogos de Guayaquil, apunta a que Julissa algo muy parecido a lo que usualmente realizan los hombres cuando acuden a este tipo de espectáculos. Pero destaca dos aspectos para que esto tuviera tal trascendencia: la normalización de este tipo de hechos en masculino, que pone en desventaja a las mujeres; y el uso de la tecnología para hacer públicos hechos que deberían ser privados.

“Imaginemos que la sociedad no sea machista, ¿está bien exponerse de esa forma, no importa si eres hombre o mujer?”, se pregunta. Considera que es elección de cada quién, pero hay que tener en cuenta la reacción de la sociedad hacia cierto tipo de acción.

Julissa denunció, por el delito de violación a la intimidad por omisión, a los dueños del establecimiento por supuestamente incumplir lo que prometieron: privacidad y discreción.

Sin embargo, para el abogado penalista Hernán Ulloa, esta denuncia es discutible. Él no ve más que una contravención, estipulada en el artículo 396 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), para la persona que, por cualquier medio, profiera expresiones en descrédito o deshonra en contra de otra. 

 

“Ella, en todo momento, estuvo prevenida de que la gente la estaba grabando. Es una lástima, pero tuvo la posibilidad de no exponerse”, analiza desde lo judicial.

Ochoa, en cambio, cree que el comportamiento de la joven estuvo acorde al lugar en donde estaba y, atribuye la mayoría de responsabilidad a las personas que grabaron y difundieron el show. Reitera que en los más de 700 prostíbulos para caballeros que hay en la provincia del Guayas, es rara la ocasión en la que alguien saca un celular para registrar lo que ocurre, “salvo que esté pasando algún delito”.

Insiste en que fue la novedad la que desencadenó el escándalo. “Por eso, tal vez, no ha progresado la iniciativa de abrir prostíbulos para mujeres. Siempre nos reclaman que por qué no hay (espacios para que mujeres compren servicios sexuales), pero luego pasan estas cosas”, reflexiona.

Recordó que, hace aproximadamente cuatro años, en Santo Domingo de los Tsáchilas intentaron abrir un sitio que ofreciera servicios similares, pero fracasó.

“En nuestro país no se está haciendo una real prevención para cambiar estas estructuras mentales, para que las mujeres seamos más solidarias entre nosotras”, reflexiona Reyes.

Recalca la nefasta permisividad que están fomentando las redes sociales, que hace que las personas piensen que pueden invadir la privacidad e intimidad de cualquier persona. Lo considera una situación de violencia que se incrementa cuando la protagonista es una mujer. “Y puede desencadenar hasta en una violencia física o sexual”.

La viralidad que causóJulissa se mezcló con la campaña feminista ‘Un violador en tu camino’ que, justamente lucha contra la violencia machista que, luego de la difusión de su video, padece Julissa. “Y la culpa no era mía (Julissa), ni dónde estaba (night club), ni cómo vestía (ropa casual). ¿Quién es el violador?