Actualidad

Instantáneas coronavíricas: Dos prefectos con sobra de pretextos

El de Guayas le echa la culpa al edificio, que no le cubrió las espaldas. La de Pichincha explica la teoría de la persecución, pero le traiciona la tobillera electrónica

Paola Pabón revisa su tobillera electrónica
Pichincha. Mientras habla de su inocencia, a la prefecta le suena la tobillera.EXPRESO

El grillete, símbolo de los tiempos

A la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, acusada de haber comprado insumos médicos con sobreprecio durante la emergencia, se le dispara la alarma del grillete electrónico precisamente en el momento en que con mayor enjundia habla de su inocencia por el Facebook Live. Es el sonido estridente de una musiquita como de circo, como de adorno navideño, como de camioneta repartidora de helados, como de teléfono celular de asambleísta. “Es el dispositivo que me está llamando -explica, mientras se agacha en busca del mecanismo-, para que vean que estoy perseguida todo el tiempo”. Otros dirían “debidamente vigilada”. Porque después de la fuga de Fernando Alvarado, que llevaba una tobillera parecida, es tranquilizador saber que otros sí están monitoreados.

Paola Pabón

La Fiscalía investiga a la prefecta Paola Pabón por posible peculado

Leer más

Es la imagen arquetípica del funcionario correísta en tiempos de pandemia. Porque si se revisa la lista de los 45 casos de corrupción surgidos durante la emergencia, se verá que la mayoría de implicados procede de las filas verdes. Verdes fueron Carlos Luis Morales, Jorge Yunda y su director de Salud; verde, también, Alexandra Ocles, que se enorgullece de haber comprado los fideos más caros porque “no tienen gluten”. Verdes los que intentaron comprar mascarillas con sobreprecio para el IESS, convertido en una cueva de ladrones bajo verdes directores. Verde el asambleísta cuyo asesor fue detenido por hacer negocios sucios con el más verde de los hospitales: el de Pedernales (tan verde que apenas hay un terreno aplanado). Verde ese otro asambleísta, Yofre Poma, que ni bien sale en libertad ya está metido en un juicio por peculado de cuando era alcalde de Lago Agrio.

Mientras tanto, desde Bélgica, el papá de todos los verdes, tuitero compulsivo, ha quedado para eso: para defender a los Pomas y Pabones que en el mundo han sido. Personajes de tercera o cuarta fila durante su gobierno, hoy se juega por ellos, pone las manos al fuego, dice “persecución”, se retuerce de las iras. Nada representa mejor esta fauna verdeflex que el estridente sonido de una tobillera electrónica.

Carlos Luis Morales, rueda de prensa
Guayas. El prefecto se niega a reconocer que se ha quedado solo.EXPRESO

La fábula del gato y los ratones

“Cada quien -dijo solemne y enfático el prefecto del Guayas, Carlos Luis Morales, con voz entrecortada- es responsable de sus actos. Y más si somos adultos. La investigación, si tiene que llegar a donde tenga que llegar, señores, y si ha habido alguna irregularidad, créanme que tienen que actuar como tienen que actuar. Señores, yo no me voy a casar con nadie”. Francamente notable: 48 palabras para más de decir caiga-quien-caiga. Debe ser un récord.

A su derecha, una mesa desbordante de carpetotas llenas de documentos sobre los procesos contractuales del escándalo. “Pongo a disposición de la Fiscalía”, dijo el prefecto en un intento tan desesperado como tardío de encarnar la imagen del funcionario transparente y casto. Como si la Fiscalía no tuviera ya esos documentos en su poder después de haber allanado el edificio de la Prefectura. “Y pido que se investigue”, añadió, como si no se estuviera investigando ya. Siempre tarde.

Carlos-Luis-Morales.jpg

Morales: "Yo no voy a esconder absolutamente nada"

Leer más

De fábula la explicación del prefecto sobre lo ocurrido con los sobreprecios. Cabe en una moraleja: “Cuando el gato no está, los ratones se pasean”. En esta rueda de prensa en la que adoptó una solemnidad inusual para un funcionario populista que reparte comida entre payasos, volvió a explicar Morales que todo ocurrió mientras él (el gato de esta historia) se encontraba trabajando “en territorio”. Una vez más la frasecita: “en territorio”. La misma que usan muchos asambleístas para justificar una semana laboral de martes a jueves.

Así que Morales “en territorio” y los ratones, en la Prefectura, haciendo de las suyas. “¡El prefecto confía que hay un edificio que lo respalda!”, dijo al borde de las lágrimas. Nadie le cree. Los asambleístas del Partido Socialcristiano se lo pusieron claro: o da los nombres de los corruptos o renuncia. A él todavía le queda la soberbia suficiente para decir que “lo más importante” es su relación con Jaime Nebot. Con el dueño del circo, en suma. Aún no se acostumbra a la idea: está solo.