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Noticias. Quienes no tienen contacto directo con su familiar, van hasta la cárcel para obtener información.AMELIA ANDRADE

El hambre persiste en las cárceles, también las coimas

Familiares denuncian que pagan $ 26 semanales para que PPL reciban comida z Las tarifas subieron tras el motín z La comida que llega no es para todos

Esperando señales de vida. Así se mantienen los familiares de los privados de libertad de la Penitenciaría del Litoral, para conocer cómo están pasando sus allegados desde el motín a finales de septiembre.

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“Bendiciones, tranquila mamita que estoy bien, ahorita no pasa nada, van tres días que no he comido, por fa, deposíteme para ver si saco cualquier cosa, yo de aquí a mañana te llamo porque los policías se van a meter, no te preocupes”, se escucha en la nota de voz que el sábado envió Adrián a su mamá, Paola Tomalá.

Ella señala que se sintió algo tranquila al saber que está con vida, pero que desde la masacre han subido los precios de los “beneficios” por los que tienen que pagar.

“Antes se pagaba $ 15 semanal, ahora son $ 26, $ 6 son de interés”, esto adicional a $ 6 para enviar notas de voz por WhatsApp en la semana y en el mejor de los casos, una videollamada.

Tomalá indicó a este Diario que este lunes pudo comunicarse con su hijo y que no les habían dado desayuno ni almuerzo    y que ella le recomendó “fiar” un paquete de galletas hasta el sábado cuando pueda conseguir dinero y depositar a una cuenta bancaria que le envían por mensaje.

Esas galletas le cuestan $ 5, pero en cualquier tienda de la ciudad se las consigue por 50 centavos y un atún por ejemplo: cuesta $ 10.

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Sonia Pico, otra madre de familia, confirmó que tampoco habían recibido comida e indica que no existe una garantía de que los internos puedan recibir sus porciones, a pesar de que las autoridades anuncien que se restablece el servicio de alimentación en las cárceles.

“La comida puede llegar, pero el director dice a qué pabellón, al que a él le da la gana, le da de comer”.

Pico señaló también que los alimentos por lo general llegan pero a los líderes de las bandas delictivas y no a los demás internos.

Sin embargo, no todos los familiares tienen la misma suerte de recibir una llamada o un mensaje, Cinthya Monserrate aún espera noticias de su familiar, quiere saber si ha comido o si de pronto está bien de salud por la constante falta de alimentos.

“Llevo varios días sin saber de él, solo espero que esté bien”, lamentó. Todas esperan que sus hijos sean beneficiados con el indulto presidencial, pues sus familiares han “caído” por consumo de droga y en el caso de Tomalá por andar con un amigo cuando robó un celular.