El cielo apenas se teñía de naranja cuando la tarde de ayer la avenida del Bombero, en el norte de Guayaquil, se empezaba a llenar de simpatizantes de los trece candidatos a la Prefectura del Guayas que, en cuestión de minutos, se prestaban a debatir sus propuestas para la provincia. Una instancia inédita en los procesos electorales del país.

“Por Guayas, por el pueblo, voten por Lapentti” sonaba desde uno de los parlantes montados en una de las dos camionetas (cada una de un partido distinto: Mover y Pueblo, Igualdad y Democracia) parqueadas a unos 500 metros del Teatro Centro de Arte, lugar donde se realizó el debate, cerca de las canchas de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador (Fedenador).

Sin la necesidad de avanzar más de diez pasos era posible encontrar todo tipo de artículos: un monigote de Héctor Vanegas (con su Jeep incluido), una bandera de CREO tirada en el suelo, panfletos y demás cosas con los logos de las diferentes organizaciones políticas. Sin embargo, la Revolución Ciudadana fue el movimiento que más destacó: un bus de dos pisos para transportar a sus simpatizantes.

“5, la de Correa”, “Primero Guayas”, “El cambio que quiere la gente” y el rostro a dos pisos de Marcela Aguiñaga, la candidata del correísmo, rodeaba el bus que estaba pintado de celeste y blanco, los colores de ese movimiento. Pese a su imponente presencia, el panorama era otro: seis personas en el segundo piso y casi ninguna bandera de la RC5 afuera del Teatro Centro de Arte.

Una hora y cincuenta minutos después del primer bloque del debate, sobrepasando el tiempo que el Consejo Nacional Electoral tenía previsto, los siete candidatos que abrieron los careos fueron llegando a la ‘zona mixta’, el único lugar al que los medios tuvieron acceso para interactuar con los aspirantes.

Algo pausada pero confiada entró Aguiñaga y, después de ella, el resto de candidatos. Mientras se acomodaban en sus puestos se pudo percibir que la riña mostrada en el debate había acabado: Andrés Guschmer le susurraba algo a Richard Intriago (y este se reía), Héctor Vanegas dejaba escapar una sonrisa y entre todos se acomodaban los micrófonos para que sea posible escuchar lo que querían decir.

“Se ha fortalecido la democracia”, inició Guschmer y destacó que la pugna se quedaba en el plano de la candidatura y no en lo personal. Ante esto, Aguiñaga asintió y agradeció que el debate haya sido “de altura” y sin (tantos) ataques entre ellos. 

Luego, tal como lo hizo en el debate, Richard Intriago mostró un calzón naranja de talla grande a las cámaras con la leyenda “nunca más violencia a la mujer” para increpar a Vanegas.

El candidato de Mover no se quedó atrás y asaltando la palabra dijo que su impase con los calzones es un “tema que quedó atrás” y que, como lo tenía tatuado en su brazo izquierdo, lo importante es que “no se vote por los mismos (en referencia al socialcristianismo)”.

Tras esas declaraciones, Danilo Félix, Juan Cervantes y Édgar León, casi al unísono, felicitaron la realización del primer debate obligatorio entre candidatos del país y agradecieron la oportunidad de compartir el escenario con “contendores que vale la pena escuchar”.

Tras la segunda ronda, solo cuatro de los seis aspirantes comparecieron: Nicolás Lapentti, Jorge Triviño, Francesco Tabacchi y Alejandro Gallo. Norma Quiñónez y Susana González, que busca seguir en la Prefectura, no acudieron.

La camaradería continuó con el segundo grupo de candidatos: Tabacchi saludó e invitó a sentarse a Lapentti; Triviño entró sonriendo y tomó su puesto; al intervenir Tabacchi dedicó unos segundos para felicitar a Alejandro Gallo por “ser el candidato más joven”.

Sin embargo, la amabilidad se acabó al referirse a Susana González. “Esta silla vacía muestra cómo está la Prefectura en este momento”, manifestó Gallo y dio paso a una serie de cuestionamientos a la candidata del PSC.

“Es una verdadera grosería política poner carteles del tamaño de los postes en el puente de la Unidad Nacional”, continuó Lapentti y cuestionó la administración de González, en especial sobre la draga. Le siguió Tabacchi indicando que “vemos el despilfarro de dinero en publicidad, en pintar (paredes)” y destacó que la falta de diálogo es uno de los grandes pecados de la administración actual.

Acusaciones de las cuales la ausente prefecta ni se enteró.