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Las mascarillas y otros productos se fabrican en casa.Cortesía

Las textileras nacionales se vuelcan hacia las mascarillas

Varias marcas locales pausan su producción de ropa y zapatos para elaborar indumentaria de salud.  Las ganancias se donan a fundaciones y hospitales

Hasta hace tres semanas, antes de que se anunciara la emergencia sanitaria que sacude al país, Fulgore se dedicaba a la producción de ropa, zapatos y carteras.

La afamada empresa nacional empezó a laborar en 2014, creando prendas de diseño exclusivo. Seis años después, terminó con una fábrica. Pero ahora, en medio de la crisis por el creciente índice de contagios de COVID-19, la marca cambió la ropa por las mascarillas, con el fin de apoyar a una causa solidaria.

Bertha Serrano, propietaria de la compañía, explicó que el proceso empezó en una alianza con la fundación Karla Morales, que está entregando alimentos e insumos médicos a personas vulnerables y a casas asistenciales. “Al principio queríamos apoyar con una donación económica, pero encontramos tela adecuada para elaborar mascarillas y decidimos fabricar 2.000”, narró.

Pero no era suficiente. Sin embargo, sin los fondos para financiar por completo la producción, Fulgore optó por pedir a sus clientes que colaboraran con ellos. “Estamos vendiendo cada mascarilla a $ 0,50. Por ese precio, elaboramos dos. Una se la lleva el cliente; la otra, la fundación. No estamos generando ganancias de ningún tipo por la iniciativa, la idea es ayudar a quienes más lo necesiten”.

Nueve personas están dedicadas a la confección de la indumentaria sanitaria. El resto, indica Serrano, continúa la elaboración de prendas, aunque agrega que, con la emergencia, la demanda se ha visto mermada. “Tras esta situación, cada empresa tendrá que rediseñarse y adaptarse a un nuevo mercado. Mientras tanto, todos debemos unirnos para salir adelante como país”. Por ahora, han vendido 10.000. 

La marca capitalina Chic también se ha unido a esta cruzada. Su propietaria, Sara María Ochoa, indica que, desde hace dos semanas, ella y sus tres operarias se dedican exclusivamente a fabricar mascarillas y batas desechables.

“Ahorita nadie compra ropa, sería hasta ofensivo que insistiéramos en vender, cuando hay gente tan afectada por el cierre de los negocios”. En cambio, tras conseguir tela adecuada para la elaboración de estos productos, decidieron entregar las batas a casas asistenciales, y vender la mitad de las mascarillas para continuar comprando materia prima.

“Por el momento tengo los sueldos asegurados, entonces estamos donando la mitad de las mascarillas a una fundación, y la otra mitad la vendemos para continuar comprando tela. Está empezando a escasear, por lo que no sabemos cuánto tiempo podremos seguir trabajando, pero queremos aportar lo más que podamos”, señaló.

En el cantón imbabureño de Antonio Ante, una fábrica ha incursionado en la confección de mascarillas. “No encontramos en ningún lado y las chicas decidieron hacer sus propias mascarillas para estar seguras. No imaginábamos que tendrían tanto éxito”, señaló su directora.

Estas se comercializan a un dólar y, además de ofertarlas al público, también se están donando a la población vulnerable del sector.

Mientras tanto, en Guayaquil, Ambato, Quito y Santo Domingo, una coalición de sastres y costureras se ha unido a la iniciativa ‘Yo coso por mi país’, con el fin de dotar a las hospitales de guantes, mascarillas, zapateras y guantes de bioseguridad.

“Somos cerca de cien personas las que estamos colaborando”, explicó Gisella Moreira, una de las coordinadoras de la iniciativa, en una entrevista. “Utilizamos el material adecuado y las donamos a los hospitales que no han recibido las donaciones de productos que han llegado de China. La distribución se hace con las fuerzas del orden”.

Las empresas se transforman

Wesco, Pintulac, Cervecería Nacional, Corporación Azende. Varias industrias nacionales han apostado por un giro de negocio distinto, mientras dura la emergencia sanitaria. Como informó EXPRESO, hace dos semanas, estas reemplazaron su producción habitual por alcohol antiséptico y gel antibacterial.

En el caso de Corporación Azende, compañía cuencana que elabora el popular Zhumir, se han dedicado a la fabricación de alcohol antiséptico. “Desde que se decretó la emergencia cambiamos la dinámica de trabajo para elaborar un producto con base en alcohol al 70 %”, dijo José Santiago Méndez, director de Comunicación de la empresa. Indicó que parte de esta producción es donada, y otra abastece a las farmacias del país.

Wesco y Pintulac también donaron parte de su producción de gel antibacterial, con el fin de apoyar a paliar la situación. Los primeros mil litros se entregaron al COE Nacional. Otras compañías están en proceso de modificar sus permisos con este mismo objetivo.