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Metodología. Andrea Durán, profesora de zumba strong, alista una de las tres clases que dicta por Zoom.Cortesía

Los gimnasios se mudan a los ‘locales’ virtuales

Las academias ofrecen rutinas diarias a precios reducidos.  El cierre de sus establecimientos es una opción.  Las cadenas piden ayuda al Estado.

A las 10:00, Andrea Durán empieza a alistarse. Coloca los equipos de iluminación en el patio de su casa, apoya su celular en una especie de podio, y alista la música con la que ofrecerá una nueva clase de zumba a una veintena de clientes que se conectarán por la plataforma Zoom.

Hasta antes del 16 de marzo, fecha en que se emitieron las restricciones por la emergencia sanitaria del coronavirus, era propietaria de Enzúmbate, un gimnasio en la vía a Samborondón. Pero tras el cierre temporal del local, ella y sus instructoras, al igual que cientos de otros establecimientos deportivos a nivel mundial, ensayan a través de la virtualidad para mantener sus negocios vivos.

“Este es un momento de adaptación para nosotros. Tenemos claro que los gimnasios seremos entre los últimos negocios en abrir, pero aun si lo hacemos, será muy difícil retomar el nivel que teníamos, porque la gente tendrá miedo de estar en un espacio cerrado, exhalando con fuerza, sudando junto a otras personas”, explica.

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A través de zoom, ha retomado un promedio de tres clases semanales, al 50 % menos de lo que cobraba en su establecimiento. “No podemos cobrar lo mismo, es lógico, pero a corto plazo, es lo que nos permite mantenernos”, dijo.

Con ella concuerda Manny Falquez, propietario de las academias de boxeo Jab, que hasta antes del cierre tenían cerca de 300 inscritos.

“El otro día di una clase online para 55 personas, muchas en Nueva York y otros países. Esa es una oportunidad interesante de abrirse a otros mercados (...) pero el costo se reduce. Estamos cobrando $ 35 mensuales, mientras que en el gimnasio cobrábamos $ 60. Nuestra ganancia se redujo a la mitad y eso genera dudas sobre qué pasará con los locales hasta que podamos reabrir”.

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Otros como Tomás Carrión, dueño de Spartans Fitness, han optado por cerrar definitivamente sus establecimientos y mantenerse únicamente a través de las clases virtuales. “Hay que ser muy optimista para creer que podremos continuar como antes, con clases de veinte y treinta personas. Si eso sucede, sucederá a fin de año, lo que implica continuar pagando alquiler y sueldos sin abrir. Eso es insostenible. Para nosotros al menos, la única opción es cerrar”, explicó.

Hasta marzo, el gimnasio cobraba mensualidades de $ 55, ahora, Tomás, ofrece tres clases semanales de ejercicios funcionales por $ 25. Los pagos se hacen por Paypal para quienes están fuera del país, o por transferencia bancaria. “Conforme las medidas de restricción se extiendan y la gente comprenda que la virtualidad es nuestra nueva normalidad, espero ganar clientes”, señaló.

Según datos de la Asociación Internacional de Salud, Deporte y Raqueta (IHRSA), la industria ‘fitness’ genera $ 94.000 millones anuales a nivel mundial. En la región, el mayor número de gimnasios está en Brasil, seguido por Argentina y Colombia.

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Pero Ecuador no se queda atrás. Según datos del Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos, desde 2008 a 2018, el número de ‘gyms’ se triplicó, hasta alcanzar 989 establecimientos. El promedio de inversión de los ecuatorianos en este rubro es de $ 40 mensuales. El valor aumenta en Guayas, Pichincha y Santo Domingo, las provincias donde se han establecido el mayor número de gimnasios y academias.

¿Cuántas personas se han sumado a la modalidad virtual? No todas. De acuerdo a los establecimientos consultados para esta nota, los instructores han logrado mantener entre un 20 % y un 30% de su clientela habitual, pero esperan que, conforme pasen las semanas, nuevos usuarios aparezcan. Y es probable. En países como España y Estados Unidos, el promedio de uso de estas plataformas para ‘fitness’ aumentó al 40 % en las últimas dos semanas, según una nota de la publicación Business Insider.

Venta de equipos y suplementos, otra alternativa

Las grandes cadenas de gimnasios, que no pueden trasladar sus numerosas inversiones y equipamiento al plano virtual, están optando por otras alternativas mientras dura la cuarentena. Algunas, como el Hometown Fitness Center, que tiene cinco locales en Guayaquil, está optando por la venta de equipos a domicilios, un negocio que en el pasado, realizaban solo para otros gimnasios, y la venta de suplementos como proteínas.

Otros como la cadena internacional Gold’s Gym ha desarrollado ‘apps’ con contenido premium y que ofrecen clases personalizadas a los inscritos.

Para estos establecimientos más grandes, el futuro es incierto, pues cerrar es una opción complicada. El sector se encuentra entre los que ha solicitado al Gobierno ser incluido entre los gremios elegibles para acceder a los créditos emergentes anunciados, con el fin de sobrellevar las pérdidas provocadas por el cierre indefinido.