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Desprotegidos. En una ciudad convulsionada por la delincuencia, menores se arriesgan para esperar el bus.Freddy Rodríguez

El control policial le da la espalda a estudiantes

Padres piden resguardo de las autoridades Denuncian robos y expendio de droga

Si les tomaran lista como a los estudiantes ya hubieran reprobado el curso. La falta de control policial en los exteriores de las instituciones educativas en horarios específicos, como al ingreso y a la salida de estudiantes, preocupa a todos: comerciantes, padres de familia, profesores y alumnos. Esa sensación se justifica por los robos constantes y la presencia de microexpendedores de droga, que simulan ser vendedores.

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EXPRESO realizó un recorrido el 5 de julio pasado por tres colegios fiscales del norte y centro de Guayaquil para constatar si el contingente policial acudía a estos puntos, pero durante el recorrido se evidenció la ausencia de los uniformados, como se constató en los exteriores del Colegio 28 de Mayo, que está situado en la avenida Carlos Julio Arosemena. Ahí había padres de familia que llegaron antes de la hora de salida para proteger a sus hijos de los peligros.

“Vengo a ver a mi hija llueve, truene o relampaguee porque hay falsos vendedores de mangos que ofrecen droga a los niños. Vengo para cuidar a mi hija, pero quién ve por esos niños que salen del colegio y se van solitos a la casa. No hay un policía que dé seguridad en la zona, no hay nada. Solo hubo los primeros días de clases, después desaparecieron”, denunció Elizabeth (identidad protegida), como nombraremos a una madre de una de las estudiantes que asiste a esa institución educativa.

Cuando el reloj marcaba las 18:00, el alumnado salía del plantel y se aglomeraba en los exteriores; algunos esperando el expreso particular, otros a sus familiares y muchos solo hacían tiempo hasta irse a casa. Josué, un niño de 12 años que pese a haber culminado la jornada de clases permanecía en el lugar a la espera de un amigo que lo acompañara a la parada del bus. Mientras le compraba una golosina a don Pepe, el menor dijo que a esa hora no se puede sacar el celular u otro dispositivo porque es peligroso: “La otra vez me robaron el celular que me compró mi papá. Por suerte no me pasó nada, pero es peligroso, sobre todo en la noche cuando voy a la parada de la metro”.

El escenario se repitió en los alrededores del colegio fiscal Dolores Sucre, ubicado en la vía a Daule. En cambio, unas estudiantes que transitaban por el sector contaron a este Diario que se sentían seguras, pese a la ausencia de patrullajes y de haber sido víctimas de los “arranchadores” en varias ocasiones.

“Por aquí no pasa nada, solo hay que guardar bien el celular y estar atenta a que no te metan la mano en la maleta, sobre todo, cuando vas a subirte a la metro. A unas de mis amigas y a mí ya nos han robado sin darnos cuenta”, dijo una estudiante.

En los exteriores del colegio Vicente Rocafuerte un cuidador de carros generaba un poco de seguridad con el sonido de un silbato. Pese a haber una Unidad de Policía Comunitaria en el sector tampoco se vio a una patrulla. Una camioneta de la Policía Metropolitana de Guayaquil se estacionó en el sitio y eso reforzó la seguridad. Los comerciantes que permanecían en el sector dijeron que “es necesario que la policía tenga más presencia aquí porque el sector sí es peligroso”.

Este escenario de inseguridad que genera descontento y miedo entre los familiares de los estudiantes parece estar fuera de los apuntes de las autoridades. Sin embargo, Christian Aldaz, jefe del plan Más Seguridad, que ejecuta el área de Gestión Operativa de la Zona 8 (Guayaquil, Durán, Samborondón) de la Policía, aseguró a EXPRESO que el control se efectúa “de manera permanente”.

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“Los policías comunitarios de cada uno de los distritos dan presencia policial en los establecimientos educativos en los horarios de entrada y salida de los estudiantes, ya sea en la jornada matutina o vespertina”, afirmó Aldaz.

Según la información ofrecida por el uniformado, la Zona 8, cuenta con más de 300 policías del área administrativa y de las unidades comunitarias para ejecutar los controles policiales en los exteriores de los colegios.

Asimismo, agregó, que prevén implementar tareas de inteligencia en los controles que se ejecutan para identificar a quienes se acercan a las instituciones educativas, para combatir las actividades delictivas más comunes, como robos y expendio de drogas.

Aldaz concluyó la entrevista precisando que todo el trabajo que realizan para velar por la seguridad de los estudiantes es complementario.

“Porque la parte educativa tiene mucho que ver en este tipo de situaciones. Estamos en una sociedad donde, lamentablemente, existen niños que han normalizado actividades ilícitas, como el comercio de estupefacientes (entre sus amigos). Por eso las instituciones educativas deben dar seguimiento a temas que parten de la ética y la moral a sus estudiantes, para reducir esta problemática”, dijo.

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