Su predecesor robótico fue el “cerebro volador” de Simon Wright, con sensores, cámaras y un procesador de voz en la serie de dibujos animados de 1978 Captain Future.

Cimon, el primer robot autonomo en el ciberespacio

Se trata de una máquina voladora y autónoma dotada de inteligencia, sensores, cámaras y procesador de lenguaje.

Un robot con inteligencia artificial y forma de pelota, apodado ‘cerebro volador’ y entrenado para interactuar con un astronauta alemán, despegó el viernes hacia la Estación Espacial Internacional (EEI) a bordo de Dragon, la nave de la compañía SpaceX.

Se trata de Cimon (las siglas en inglés de Compañero Móvil Interactivo de la Tripulación) y su activación significará un momento histórico para la Ciencia. Nada más y nada menos que el primer robot de su tipo capaz de interactuar con personas en el espacio.

Este aparato fue entrenado para reconocer la voz y la cara de Alexander Gerst, un geofísico de la Agencia Europea Espacial de 42 años. Flotará a la altura de los ojos de los astronautas y detectará con su cámara frontal si la persona que tiene enfrente es Gerst u otra persona. También podrá interpretar su estado emocional.

Su desarrollo es responsabilidad de Airbus e IBM, es autónomo y está dotado de inteligencia artificial, sensores, cámaras y procesador de lenguaje. Su cerebro cuenta con un vocabulario de más de 1.000 palabras, además de los planos y procedimientos del módulo Columbus, el laboratorio científico que la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene en la estación espacial.

Pero, ¿cuál es su misión? Ayudar a los astronautas a realizar trabajos de rutina, por ejemplo, mediante la visualización de procedimientos o, gracias a su red de inteligencia artificial (IA) y su capacidad de aprendizaje, ofreciendo soluciones a los problemas.

¿Cómo funciona? El robot no es más que un dron, impreso en 3D, que aprovecha la ausencia de gravedad para moverse por medio de unas pequeñas hélices (dirección) y chorros de aire (propulsión). Para reconocer el entorno, cuenta con visión artificial basada en infrarrojos.

Utiliza la tecnología Watson IA de la nube de IBM y, con su rostro, voz e inteligencia artificial, se convierte en un verdadero ‘colega’ a bordo. Asistirá a Gerst, en una serie de experimentos de cristalización y en cada paso con datos sobre el procedimiento a seguir. También será los ojos de un experimento médico. En el futuro, podría ser clave para alguna operación quirúrgica de emergencia en la estación.

Otros experimentos a bordo de Dragon que permanecerá en la estación hasta agosto, incluyen una nueva mano robótica, o efector final de enganche, para el brazo robótico de fabricación canadiense que tiene la estación espacial. También se encuentra un proyecto para medir el estrés hídrico en las plantas de la Tierra y también cómo algunas regiones pueden responder al cambio climático.

Otro experimento tiene como objetivo ayudar a los científicos a comprender cómo las células que recubren los vasos sanguíneos crecen en el espacio, en el marco de un nuevo tratamiento contra el cáncer.