Bolívar Lucitante levantó su taller o su astillero, donde le da forma y pone a circular los únicos medios de transportes que tienen los habitantes de este sitio de la selva ecuatoriana.

Bolívar ahora está en Rocafuerte, parroquia que pertenece al cantón Aguarico, territorio ecuatoriano que es protector de uno de los pulmones naturales más importantes del planeta, el Yasuní.

Su taller es una especie de carpa gigante, que lo separa apenas una cuadra de uno de los ríos más extensos del país y que desemboca al Amazonas. En tierra, Bolívar saca los mejores diseños para después darle forma a su imaginación y elaborar las embarcaciones. Pero es el río Napo el que da el ‘visto bueno’, pues si la lancha no se hunde, está bien hecha.

Un proyecto que le dio su profesión. Bolívar, de 54 años de edad, trabaja con su familia y contrata a amigos a quienes les enseña el arte de elaborar las embarcaciones. Mientras se toma un breve descanso, comentó cómo aprendió lo que ahora se ha convertido en su principal fuente de trabajo.

Dijo que en su comunidad Cofán-Zábalo en Sucumbíos, en 1999 -hace 22 años-, presentaron un proyecto mediante la Fundación Sobrevivencia para buscar las alternativas de la construcción de las canoas, porque ya les empezaron a prohibir la tala de los árboles.

El presidente de la comunidad de ese entonces, Randi Borman, habló con los habitantes y decidieron participar en el proyecto de Petromax con fondos europeos para que les financien la capacitación de la elaboración de las lanchas, pero con fibra de vidrio.

Ganaron el concurso y con los fondos asignados contrataron a varios artesanos del astillero de Guayaquil, quienes los capacitaron y formaron a los maestros de canoas en fibra de vidrio.

Bolívar es uno de los maestros y desde 1999 no ha parado de recorrer las comunidades de provincias cercanas y construir las lanchas.

Son pocos los que se encargan de fabricar estas canoas por la provincia de Orellana; Bolívar, por ejemplo, ha convertido al cantón Aguarico en su punto de trabajo. La pandemia lo frenó un año, pero desde mediados de 2021 nuevamente retomó la actividad.

Comentó que durante seis años estuvo en la cabecera parroquial, que es Tiputini, y hace dos está en la parroquia Rocafuerte. Los contratos para construir las canoas son comunitarios por sus costos. Pues la más pequeña, de cinco metros, cuesta 400 dólares y la más grande, de 22 metros, para 40 personas puede llegar a costar hasta 6 mil dólares.

Fernando Alvarado, administrador del centro comunitario Sacha Ñanpi en Aguarico, mencionó que mediante convenios con la Municipalidad u organizaciones ambientalistas han logrado conseguir contratos para la fabricación de las canoas, cuyo trabajo se lo destinan a Bolívar, ya que es muy confiable.

“Muchas embarcaciones son destinadas a las comunidades para que tengan cómo movilizarse por las aguas del río Napo o los pequeños ríos que desembocan en él. También se destinan para el fomento del turismo local”, expresó el habitante.

De igual manera, Henry Moya expresó que el trabajo de Bolívar Lucitante es reconocido en todo Aguarico, porque en cada uno de sus trabajos da muestra del profesionalismo en cada acabado de las canoas en fibra.

El artesano dice que su trabajo le da mucha fortaleza y lo seguirá haciendo hasta que Dios le dé las fuerzas necesarias y haya gente que siga comprando sus canoas. Estas herramientas son fundamentales para la movilidad de los comuneros en la Amazonía ecuatoriana.

• Contrato para hacer 18 naves

Bolívar Lictante en la actualidad está contratado para construir 18 canoas que serán entregadas a la comunidad Martinica. Este artesano de vez en cuando va de visita a su tierra natal, que es habitada por 230 habitantes. En Aguarico es respetado y admirado, pues sin él no podrían atravesar las seis horas por el río Napo y llegar a la ciudad hasta El Coca, para seguir recorriendo el resto del país. Dice que seguirá en este oficio hasta que Dios les dé las fuerzas necesarias.