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Andrés Arauz en campaña
Académico. Lejos de las tribunas, las banderas y los emblemas, el candidato correísta se muestra tal cual es: un clon intelectual de Rafael Correa.Cortesía

Arauz busca fans en California

El candidato correísta se mostró tal cual es en un diálogo para Soka University: desarrollista al viejo estilo, controlador de medios, extractivista, amigo de Maduro...

Un joven académico incapaz de citar referentes intelectuales que no tengan más de medio siglo de añejamiento; un heredero de Rafael Correa que cree necesario mejorar el legado de su gobierno pero no tiene la menor crítica que hacerle; un desarrollista de la vieja escuela: un extractivista, un nacionalista que mira con desconfianza la inversión extranjera y no duda en ahuyentarla (de lo cual se enorgullece); un político firmemente convencido de la necesidad de controlar a los medios de comunicación… El candidato correísta Andrés Arauz asistió el jueves pasado a una complaciente entrevista con la radio de Soka University de Aliso Viejo, California, y ahí, fuera de toda presión política, en un ambiente relajado pero en el que de nada le servía ofrecer mil dólares a cambio de un voto, se mostró tal cual es.

La conversación, en un inglés fluido que haría palidecer de envidia a su jefe en caso de que pudiera comprenderlo, duró una hora y tocó distintos aspectos relacionados con los intereses académicos del candidato y sus visiones sobre política internacional, sobre todo. Lastimosamente no se habló una palabra sobre los casos de corrupción que abruman al grupo político que representa. El sinceramiento, pues, no llegó tan lejos. Sí lo suficiente como para que Andrés Arauz se explayara explicando por qué la inversión extranjera continuará sin llegar al Ecuador en caso de resultar electo presidente.

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Los tratados de inversión, dijo, son “uno de los pilares del capitalismo transnacional del siglo XXI y uno de los elementos principales a través de los cuales el capitalismo transnacional ejerce influencia y poder sobre naciones enteras”. Pero a él no le tiembla la mano. No le tembló cuando era subsecretario de Planificación y no lo hará ahora que aspira a la Presidencia: “Fui capaz -cuenta con orgullo- de abandonar varias iniciativas de inversión por la manera como esos tratados afectaban nuestras políticas soberanas en el caso de ambiente, impuestos, manejo de recursos naturales…”. No entró en mayores detalles pero una cosa es segura: inversiones chinas no eran.

Dos temas importantes de la entrevista: las fuentes del pensamiento académico del candidato y su trayectoria en el servicio público. En cuanto a lo primero, y salvo la evidente influencia de Rafael Correa (a quien no cita), daría lo mismo si Andrés Arauz hubiera nacido en 1935 en lugar de en 1985. Como su influencia máxima menciona a Karl Polanyi, uno de los padres de la antropología económica, lo cual es un antecedente de alta alcurnia. Decepción del entrevistador: ¿ningún latinoamericano?, le pregunta, porque sus áreas de interés en la economía están llenos de aportes de teóricos latinoamericanos. ¿Alguno de esos pensadores le dice algo? Largo rodeo del entrevistado. Le cuesta dar con un nombre. Finalmente recala en costas conocidas: Prebisch, a quien le atribuye un premio Nobel que jamás ganó, Celso Furtado, la CEPAL... He ahí las nuevas ideas de este joven político neokeynesiano y cepalino.

En cuanto a su trayectoria en el servicio público, hay que decir que el entrevistador no dio muestras de conocer el desempeño de su entrevistado en la institución nacional del piponazgo, lo cual permitió a este último jactarse de su vasta experiencia con calculada modestia:

- Fui director del Banco Central cuando tenía 24 años.

- Wow.

Por lo demás, escuchar las líneas centrales del pensamiento de Arauz expuestas con la frialdad académica requerida por el contexto y la exactitud impuesta por el idioma fue como asistir al renacimiento de Rafael Correa. Desdeña las corrientes antiextractivistas de la izquierda como minoritarias incluso al interior de Pachakutik, donde el extractivismo está bien visto, dice, cuando es comunitario y no neocolonial. En el componente ambiental del debate no se detiene ni para mencionarlo. Y justifica el extractivismo si sirve para... ¡El cambio de la matriz productiva! Claro que él no lo llama así. Él dice “industrialización”, “transferencia tecnológica”, “economía del conocimiento”. Pero es lo mismo.

¿Y en cuanto a los medios de comunicación? No duda un segundo: hay que controlarlos. “Tienen que ser regulados en el contexto de los derechos humanos”, es la forma amable que se inventó para decirlo. Claro que la libertad de expresión es un derecho humano, reflexiona, “pero hay otros”. Nombra dos: “la dignidad” (Correa habría dicho “el honor”) y el derecho a que los medios no promuevan la violencia (cosa que ya está plenamente regulada). Y algo más: es necesario acabar con la relación entre medios de comunicación y poderes económicos. “Estoy comprometido con la libertad de expresión pero no con la irrestricta libertad de expresión”.

Lo demás fue su apoyo a la autodeterminación del pueblo venezolano (que es su apoyo a Nicolás Maduro porque no considera que Juan Guaidó sea presidente de Venezuela); su preocupación por preparar un partido fuerte que pueda gobernar diez años; su apertura a colaborar con Estados Unidos siempre y cuando no se comprometa la soberanía, y con China dejando en manos de los jueces los conflictos ambientales ocasionados por su gigantesca flota pesquera… En fin: Correa.

China es socio, no es imperio

Novedoso aporte de Andrés Arauz a las ciencias sociales: el imperialismo chino no existe. “Académicamente -pontifica- no hay manera de hablar de eso. Sin embargo, hay esa narrativa que consiste en llamar imperialismo a la influencia financiera china, lo cual es desproporcionado. Lo que corresponde es, básicamente, cooperación financiera”.

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