Señora fallecida
Personaje. Rosa Inés, junto a nieto Milton, cuando celebró su cumpleaños 109.Juan Faustos

La costurera que tejió 111 años de vida

Un homenaje a una guayasense que vivió más de un siglo. La familia no canceló la cita periodística aunque falleció dos días antes de la entrevista.

Todavía no se llega a la casa de Rosa Inés y los vecinos al ver el carro de EXPRESO advierten: “¡La abuela murió!”.

¿A qué anciana se refieren? A Rosa Inés Veloz Ortiz, quien el pasado martes 11 de febrero celebró su cumpleaños 111 junto al gobernador del Guayas, Pedro Pablo Duart, quien entonces aseguró que ella “probablemente sea la guayasense más longeva de la provincia”.

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Al día siguiente, miércoles 12 de febrero, la familia pactó una entrevista con este medio de información para el viernes 14, para contar la vida de la guayasense que había vivido más de un siglo.

Pero el mismo miércoles en la tarde Rosa Inés se durmió en la muerte. Su familia optó por no cancelar la cita periodística y así el artículo se vuelva un homenaje para ella.

Al final se llega a Chile y Tungurahua, uno de los barrios de Pedro Carbo. En ese, su barrio, Rosa Inés vivió 50 de los 111 años de edad.

Hay una palma y plantas con flores que adornan la entrada de la casa mixta, de allí sale Esmeraldas Choez, su hija. Las palabras de ella se entrecortan con las lágrimas. Detrás de Esmeraldas está Johana, una de los 25 nietos del personaje. Ella describe a su abuela como una mujer luchadora, quien hizo el rol de padre y madre cuando su esposo la dejó. Además de coser, tejía sombreros de paja.

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Aunque la vida la golpeó con la traición del esposo, ello no la volvió una mujer amargada; la alegría fue su distintivo. “A mi abuela le gustaba que le ponga música tropical o típica, pero a un volumen que no moleste, y es que ella siempre fue consideraba con los vecinos”.

111 AÑOS
Herramienta. Hasta hace poco, Rosa Inés quiso que su máquina vuelva a funcionar. Ella fue costurera. Por su profesión, la conocían en todo el barrio.Juan Faustos

En la planta baja de la casa hay una cama vacía y junto a ella una máquina de coser Singer, por sus características data de las décadas del 1900. La máquina es de manivela, un modelo antes de que crearan las de pedal.

Esmeraldas voltea la mirada hacia la máquina y relata que su mamá, quien creció en una familia humilde, había reunido 15 dólares, y días atrás le había indicado: “Ese dinero era para mandar a arreglar la Singer”, que fue la herramienta con la que confeccionó ropa para venderla no solo en el pueblo, sino en el área rural. “Todos la conocían”, dice la familia. Su aspiración era volver a coser, y es que ese fue su oficio con el que ganó los sucres (moneda de Ecuador que fue reemplazada por el dólar, el 9 de enero de 2000) para criar a sus seis hijos. Ella pasó por el dolor de enterrar a cuatro. Sobreviven Esmeraldas, de 77 años y Humberto, de 80 años.

Las lágrimas están presentes en todo el diálogo y es que no importa cuánto viva una madre, siempre será poco para sus hijos, siempre será poco para sus nietos, siempre será poco...

Esmeraldas ahora cuenta que su madre, quien “jamás se peleó con los vecinos”, hasta hace dos años aún cocinaba. Su platillo favorito fue el de verduras con maní.

6 hijos
​25 nietos, 12 bisnietos y 10 tataranietos tuvo Rosa Inés. Ella nació el 11 de febrero de 1909.

Para su hija esta es una comida común, pero para quienes escuchan el relato resulta algo nuevo y por eso la pregunta. ¿Se prepara como una guatita, solo que en lugar de poner mondongo se pone verdura?

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- “Sí”, responde Esmeraldas.

- ¿Cuál es el truco para vivir más de un siglo?

- Es la misma pregunta que hizo el gobernador del Guayas, Pedro Pablo Duart. Pero mi madre no respondió a esa interrogante. Solo se rió y dijo: “Eso no le voy a decir señor gobernador”.

Aunque no se lo dijo con palabras, es posible que la respuesta estuvo en su acción, porque el hombre más viejo del mundo dice que reírse es una clave para una larga vida (ver la subnota).

Solo una caída, que provocó una fractura hace dos años, hizo que Rosa Inés deje se estar activa en su casa. Esmeraldas recuerda con cariño que cuando ella salía a trabajar, y por alguna razón no dejaba la comida lista, al regresar ya estaba el almuerzo.

Pero cuando la comida quedaba lista, entonces Rosa Inés se ponía a hacer postres. Su hija solía preguntarle: “¿mamá para qué tanto dulce si no comemos mucho aquí”.

La respuesta era: “Para brindar a las visitas”. Y es que Rosa Inés era hospitalaria y amorosa, “le gustaba tener siempre algo para brindar a la visita”.

Yesenia Espinoza es una de las vecinas que describe a Rosa Inés como una persona amable, educada que le gustaba ayudar. “Cuando un vecino le pedía un favor, ella nunca se negaba. Tenía buen corazón, le gustaba ayudar a los niños, les regalaba comida si sabía que los padres no tenían dinero”.

111 AÑOS
Hecho. Rosa cumplió el 11 de febrero 111 años de edad.Juan Faustos

La entrevista no puede terminar sin ir al cementerio y dejar unas flores. Ahora hay más vecinos que comentan: “La enterramos el jueves, porque nos olvidamos de ponerle formol, la tristeza no nos dejó pensar en este detalle. Llovía fuerte el jueves, aún así el barrio entero la acompañó hasta su última morada”.

La vejez deseada

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Ya en el camposanto se ve el cemento de la lápida aún fresco y ello impide que se pinte el nombre de Rosa Inés, la costurera de Pedro Carbo que logró tejer 111 años de vida.

  • El récord Guinness del hombre más viejo vivo

El mismo día que falleció Rosa Inés, al otro lado del mundo un hombre recibió el Récord Guinness del hombre más viejo vivo. La agencia de noticias EFE dice que el japonés Chitetsu Watanabe, de 112 años, fue reconocido el miércoles 12 de febrero de 2020 como el varón más anciano del mundo por la Guinness World Records.

Nacido el 5 de marzo de 1907 en una familia de granjeros, Watanabe se trasladó a los 20 años a Taiwán, donde trabajó en una refinería de azúcar durante 18 años antes de regresar a Japón tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Watanabe recibió al personal de la organización Guinness World Records con un escrito propio en el que podía leerse “el número uno del mundo”.

La clave de su larga vida, dijo, es “reírse”.