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LONDRES. Ozzy, el gato infiel que provocó un juicio millonario.Internet

La infidelidad de un gato provoca una riña legal de hasta 26.000 dólares

La mascota desaparecía y volvía a su casa en el barrio exclusivo londinense de Brackenbury Village con la barriga llena y el pelo sedoso

Los diarios londinenses publican hoy, 17 de enero de 2020, la historia de una psicoterapeuta amante de los gatos que acudió a los tribunales en una extraordinaria pelea de cuatro años que costó 26.000 dólares en facturas de abogados para prohibir que su vecina alimente a su mascota.

La historia que cuentan Express y The Mirror, menciona que ante las prolongadas ausencias de su gato, Jackie Hall y su esposo John contrataron una investigación para resolver el misterio que envolvía a Ozzy, un gato gris y blanco residente en el adinerado barrio londinense de Brackenbury Village, que regresaba de cada una de sus escapadas con la barriga llena y el pelo sedoso, según varios periódicos británicos.

Para resolver el misterio, en noviembre de 2015 su propietaria, cuya familia estaba muy triste por su ausencia, equipó al animal con un collar GPS que desveló la vida secreta de Ozzy: pasaba las horas en casa de una vecina, Nicola Lesbirel, de 57 años, una jardinera paisajista que trabajó con Terence Conran, el diseñador, empresario, escritor y restaurador, que es una figura única en el mundo del diseño, que ganó el oro en el Chelsea Flower Show.

En ocho ocasiones la psicoterapeuta y su marido encontraron a Ozzy equipado con un collar donde, bajo las palabras "mi casa", aparecía el número de teléfono de la vecina.

Esta se defendió diciendo que no hacía nada malo y que el animal era una criatura sensible. "Es amado y mimado, está muy apegado a su territorio y a mí", escribió en una carta a la dueña de su pequeño protegido.

A lo que la psicoterapeuta respondió: "No es tu gato y no te lo vamos a dar".

Los propietarios recurrieron a un reputado abogado para intentar prohibir a la vecina que alimentara a la mascota, iniciando una batalla legal que en total costó a ambas partes más de 20.000 libras (26.000 dólares, 23.000 euros).

Tras varios años, finalmente llegaron a un acuerdo legal vinculante antes de Navidad, por el cual la vecina aceptó limitar sus interacciones con el animal.